LA CARBONERÍA,
Te invita a la audición de
DÉJÀ VU
de
JUAN SOCAS,
CANCIONES
El acto tendra lugar en
La Carbonería
el día 19 de Mayo, jueves, a las 21:00 horas.
SU CONTAR CANTANDO
En un tiempo como el que padecemos, sujetos a prisas y a abundancias de toda suerte de mercaderías, y en el que se prodigan y ofertan propuestas engañosas de rápido consumo, diseñadas por patrones dominantes. En esta balumba cultural —a la que la canción que se hace no escapa— cada vez es menos frecuente el dejarse oír canciones que logren asomarse a las plazas, o a los garitos, y, más aún, que la canción sorprenda con una fuerza sonora que derrame viva voz y gusto bueno.
Que sea algo poco frecuente, no quiere decir que no suceda. En ocasiones pasa y ocurrió con Juan Socas una noche en la que, entre enredos y otros líos, se dejó oír su voz, mientras en acústico nos iba regalando algunas canciones. El registro de esa noche lo recordamos como uno de esos pocos encuentros en los que te sorprende el gozo y el hallazgo. A medida que los fraseos y la música fueron sonando, se abrieron los oídos y nos fue sorprendiendo un pellizco de sincera y viva voz. Ya en las primeras canciones, desde un primer momento, tuvimos la duda de estar ante un modo de canción que se deja sonar desde un descuidado oficio y una ternura poética que despiertan la curiosidad. Una voz que nos prende de la levedad de sus palabras, para mostrarnos osadamente las mentiras del mundo y su hermosura, el vaivén de los días y el encanto de las cosas más pequeñas. Estas canciones, ensayos de una poética musical, requieren de un instrumento alado y de una voz frágil, que, como tenue soplo de incontenible frescura, acompañe la agudeza de su decir cantando.
Juan Socas intuye, dentro del género canción, esa materia sonora que le es afín y posee esa ductilidad capaz de distinguir entre las voces, aquélla que más se ajuste a su queja, ésa que pide y requiere de la levedad de su voz. En esta primera entrega, a la que Socas ha dado en llamar Déjà Vu —y donde la canción es con frecuencia atribuida a un sueño, en el que se da una cabal sensación de extrañeza—, cabe destacar el buen gusto, al elegir los ritmos para sus composiciones, y su buen hacer a la hora de musicarlos. Su finísima arquitectura, ya desde las primeras notas, nos introduce, junto a la argucia de su dibujar sonoro, en la gradación, la cadencia anímica y rítmica que la canción exige. Sin estridencias —o con ellas—, en sus composiciones, apoya el soliloquio narrativo del fraseo con una música varia y desmandada, logrando ese equilibrio entre modos de hacer y modos de resolver, esencial al género canción, en el que poesía y música se fundan.
Las canciones de Juan Socas nos invitan a un reencuentro con esos viejos cultivos de los que se nutre el corazón, con ese ir probando pequeñas hermosuras, graciosamente musicadas, porque no es de otra cosa de lo que se trata sino de un emocionarse ante cómo surge de su voz el descontento, un trasladarnos a ese otro lugar donde poeta y cantor aciertan a dar en un discurrir continuo de razones y canciones. Su repertorio, sin más, un airecillo fresco del que disfrutamos con ese gozoso hormigueo que produce el juego sonoro de lo saludablemente contado y cantado.
Francisco Lira
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